miércoles, 24 de mayo de 2017

Teófila Rafaela Salazar (rezandera y comadrona)

     Nació en Churuguara, estada Falcón el 7 de enero de 1910, murió el 6 de Enero de 2012, su fe de bautizo esta en Churuguara porque es coriana, no llego a estudiar porque en ese tiempo no dejaban que las mujeres estudiaran y si lo hacían era pago, su papa se llamaba Ramón Antonio Suarez, coriano. Mama Idelfonsa Salazar era doctora. Lo único que no sabía era cocinar porque siempre tenía guardia. Pero sobre enfermedades no le decían nada; puras cosas naturales. Su mama le enseño a dar gracias cuando despertaba todos los días porque amanecían vivos.
     Ya a las cinco de la mañana rezaba el rosario, todos los días y todas las noches, a las seis el santo rosario con sus hijos, se ocupaba a pedir por todo el mundo ese era su dictamen, rezar.
     Siempre decía que uno tiene que obedecer las órdenes que le dan para Salir bien, si es verdad porque por la verdad murió Jesucristo. Nosotros tenemos que seguir ese camino, amar la verdad.
     Tuvo diez hermanos, su esposo era un indio y nunca faltaba a domingo a misa y cuando se casó ya tenía tres hijos cuando murió le encomendó fue que no dejara la religión, tuvo siete hijos, Filomena, Rafaela, María Chiquinquira, Oswaldo Rafael, Claudia y Trinidad Rafaela y el segundo murió Marcelino José. Siempre acostumbraba tener un retrato de su hijo y su esposo donde dormía y decía que ellos la acompañaban.
     Cuando el doctor Montero estaba en el hospital desecharon a un niño que estaba mal de los pulmones, le llega la mama del niño llorando y ella le dice ¡no seas tonta hija, tráetelo! ¡Ahí tienes tu casita, apóyalo ahí! Y se puso a ser de comer. Su hija Claudia estaba pequeña y le dijo llévele comida a Oscar. Le mando una arepa y hervido, se lo comió y en la tarde le mande caraota y arepa.
     A los días paso el doctor Montero, y le dice “señora ¿aquel es Oscar?” y le respondió si es el que mataron ustedes, pero a Oscar lo que le faltaba era comida, no era ninguna enfermedad, era comida. Ya buscaba leña, va por ahí a hacer mandados. En fin pare al enfermo a fuerza de comida y no de remedios
     Era comadrona, con su título. ¡Cuántas vidas no salve, ha miércoles! Una vez una mujer le dijo que las comadronas eran embustera y le dijo ¡mire, me hace el favor y me dice cuántas veces le llegamos a gana el café con embuste! Así fue como atendió parto hasta que murió
     Atendía un parto y ahí mismo salía corriendo al hospital a presentarlo. Todas las que atendía daban a luz en su casa. Únicamente se le murió un nieto porque ella se tardó y no le dijo que tenía dolores. Cuando dio a luz el niño nació muerto, ahí mismo salió corriendo al hospital para ver qué podía hacer con su nieto y los doctores le dieron el pésame.
     Luego llego un señor y le dijo “vamos hacer una caridad señora” pero no le explico de que se trataba y cuando llegaron encontraron una criatura revocadita y la mama con la placenta todavía, entonces agarro el niño y le pregunto ¿no tienes una hojilla ni nada, hija?  Y le respondió Sí. Le corto el ombligo. Ella tenía la ropa pero en el campo. Me saque todo lo que fue fondo y lo abrigue, la acomode ¡pero carajo…! ¿Por qué no me dijiste a que íbamos nosotros? ¡Yo fuera traído ropa para acomodarla!
     Esa obra de caridad se hacen porque esa la paga es Dios y la Virgen. Todo eso que uno hace Dios va anotándolo, poquito a poco, hasta que aparece más adelante.
     La experiencia es la que vale. La barriga de varón se pone pegada, la hembra esparrama y con poco movimiento, casi no se mueve, mientras el varón trajina en la barriga de la mama. Si no se mueven tienen peligro, puede ser que la criatura tenga poca alimentación. Les decía que tomaran vitaminas y esperaba que se acomodaran y le pedía ayuda al doctor José Gregorio Hernández quien era su compañero.
     Ella siempre tenía fe en Dios y la Virgen. Un día me dijeron “mama, no más que amanecieron ochenta bolívares para el café” y le dijo “bueno Dios es muy grande” veo venir un señor que viene caminando ligero, se para: ¡ay que tengo ya seis meses que le debo, estoy mortificado porque no le he pagado! ¡a mecha pues me trajo doscientos bolívares!
     Una de sus historias era que decía yo en esta vida que tengo, años que tengo, he vestido muertos, distintas enfermedades. Y que se pegan las enfermedades eso era ¡mentira!.


       Únicamente sentí miedo fue con el compadre Filomeno, porque se mató, porque se tiro: y le dijo ¡usted que se mato tiene que darme sentido como es que lo voy a vestir… no sea tan carajo! Y entonces se fue acomodando. 
      Una vez padeció de las muelas y los dientes. Se fue para que el doctor y le dijo “mire le agradezco que usted me quite el ultimo pedazo de esta bichas, que no me quede nada” ¡échela para afuera! Y el doctor le dijo que podía tener una hemorragia y le dijo “cual hemorragia, no crea sino en Dios y la Virgen. Tenía un nieto y le dijo al tío ¿tío usted le vio la boca a mi abuela? Y le pregunta ¿mama y que fue, que le pasa?... ahora no va a rezar y le respondió ¿acaso los dientes le ayudan a uno? A uno lo ayuda es la voluntad.
     Estuvo al cuidado de la capilla de la santísima Cruz y siempre decía la capilla no es mía porque la hizo Tulio Meléndez para la santísima Cruz. La señora Elena Díaz, anduvo por ahí proponiendo un pedazo de terreno para mandar hacer la capilla, un día le dijo “señora Teófila, como usted tiene tan buenas amistades, valla a que Tulio y le dice que yo tengo un pedazo de terreno agregado a la casa donde viven los nietos míos, ese terreno es mío. Que venga y lo mida y ve si sale la capilla”
     Y se fue era un día domingo. Tulio no compro. Tulio se fue a medir y dijo ¡ahí señora! Sale la capilla completica para la Virgen y mañana la pego. El no le quito plata a nadie para hacer la capilla.
     A los tiempos la capilla ya estaba terminada y se esperaba el mes de mayo, los tres que es el día de la Cruz. Un día le dice la señora Elena: “señora Teófila, la capilla ya está solo falta la Cruz”  y le respondió eso es lo de menos. Yo voy a que Eugenio Pire a que mande a poner la Cruz. De una vez le dijo “valle póngame la Cruz que ya la capilla esta lista”
     Luego le llego la señora Elena por ahí para que le dieran para poner la Virgen del Rosario. Y no le quisieron dar. Menos mal que encontró a Esteban Altivio Rojas, y le dice que ella no sabe cómo hacer porque la capilla ya está pero todavía no la van a usar. Se acostumbra a darle un hervido a los cantores, el café y esas cuestiones. Le dijo Esteban: ¡noooo! El rancho de aquí está a la orden y las mujeres para que la ayuden. A los días llego el señor Tulio y les dijo vengo a entregarle la capilla a usted y a Elena.
     Además ella viajaba para Aregue a confesarse y a comulgar. Porque aquí el padre no la quería en la Iglesia. Él no había querido ir a la capilla, la capilla la bendijo fue el padre Ramón y le dijo “usted sabe abuela que esta capilla si alguno se muere por aquí y no tienen donde velarlo, usted lo trae aquí” y el primero que se velo en la capilla fue el hijo de la señora Teófila.
     Además no le fallaba a la Virgen de Chiquinquira, que iba para Aregue todos los años, ese era su vicio, desde chiquita, con su empeño se fue en burro, en una mula, y después caminando. A Aregue se iba caminando con una cuadrilla de personas, porque al decir me voy caminando eso se llenaba de personas.
     También conto como Dios se le presento y decía les voy a echar un cuento. Había un fracaso muy serio ¡me llego un viejito con su sombrero, ya para las cinco de la mañana. Yo me quede mirándolo porque tengo mi sorote ahí donde duermo con Dios y la Virgen, allá tengo mi altar, mis santos, más de los que están en la capilla. Digo “Dios mío, quien será este. Dios poderoso ¿será mi papa? No es ¿mi esposo? Aquello me cayó una cosa…. Una cuestión que yo no sabía. Hasta que por fin me vino a la imaginación.
     Era Jesucristo ¿Qué me está favoreciendo? Bien un hijo o bien mis nietos ¿Quién será el que está padeciendo? Pero Dios está con él. Ahí me desperté me di de cuenta que era nuestro Señor Jesucristo. Yo a él le tengo mucha fe y aconsejo a toda mi familia, y a todos, no hay más constancia que creer en Dios, ese es el capital más grande que tenemos. Creer en Dios y saber que Dios está en el cielo.
     Luego le prometió una novena a Nuestra Señora de la Paz y se la cumplió. Nuestra Señora de la Paz le tiene en la capilla. Dijo vamos a rezarle la novena a Nuestra Señora de la Paz, para que todo quede en Paz porque eso lo agradecemos, que haiga Paz.
     Ella rezaba, y le ponía una vela al ánima del Libertador y lo tenía con todos sus santos y todas las mañanas y las noches le ofrecía un Padre Nuestro al ánima del Libertador porque le sufrió mucho.

     Unos de sus rezo era “Ángel santo de mi guardia, semejante del Señor, que de Dios fuiste enviado, para mi amparo y guardador, no me desampares, ni de noche ni de día, para que mi alma no sea perdida, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amen 

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